Sin viento.
Sobre el azul placido del mar.
El sol reverbera como en el infierno
del arenal,
el aire quema la cara
los labios y las palabras.
El silencio recorre mi mirada
de un mar huérfano de olas,
sin peces ni redes,
esperando las velas y el agua.
El viento que se niega
a empujarlas para moverse
a los confines de miradas
inocentes que esperan barcos
cargados de mágicos presagios
y olas que hablan a los enamorados,
a los niños y a los desesperados.
Sin viento no hay olas eternas
que acunen orillas,
que empujen naufragios,
no hay aire que refresque los labios
ardientes de sol y de amor,
de silencio y desesperación,
no hay orilla entre el mar y el arenal.
Sin viento...
¿Quién nos enseñará a volar?
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