... Con las Alas del Alma desplegadas al vient¤ ...

lunes, 18 de abril de 2011

De ti, una buena lección

      
 Hoy no fue nada especial, solo otro día como todos los demás. Solo sabía que al final del día algo pasaría: Capaz me verías, o me sonreirías o simplemente estarías.
Yo que creí haber perdido el tiempo por atraer tu atención, fueron días y días de pura sensación. Pero a fin de cuentas todo también es cuestión de tiempo. En el momento cúlmine en que decidí no “buscarte” más, no “estar atrás tuyo”, no pensarte ni soñarte, ni imaginarte a mi lado; fue entonces allí, cuando capté tu atención. Te fijaste en mí, el día que dejarte decidí.
Fue solo un paso que me llevó cruzar esa vieja puerta, fija como centinela, marrón de longeva madera y vieja como el otoño. En ese segundo en que mi mirada buscaba el más mínimo de los auxilios, en el instante en que se asoman las lagrimas y no caen. Yo buscando un par de ojos a quién decirles “me rendí”. Allí me diste tu atención fueron palabras simples las que me dijiste. Te preocupaste por primera vez en mi, y yo destrozado y triste, pero con el brillo en mis ojos, lúcidos de alegrías de haber escuchado tu voz hablándome.
Y siendo la primera vez en que te preocupaste, lograste entender lo que se cruzaba por mi mente. Hiciste algo por primera vez, lo que nunca nadie pudo hacer una sola vez, en ningún momento de mi vida.
 - ¿Qué pasa que te veo tan “desorbitado”? – Fue tu frase inicial, pero también precisa y fueron palabras tuyas. “Es que… así estoy”, fue lo único que pude articular.
Yo suspendido en el aire, pidiendo auxilio y vos hablándome.
Es como situarme en lo peor que me pueda pasar, estando haciendo realidad lo que mas esperé en mi vida. Apurado yo, y mucho no podía hablar. - ¿Por? – continuaste. Fue la segunda puñalada más hermosa, de la muerte que siempre quise tener: Morir en tu mirada.
Querías saber por qué estaba yo así, ni yo sabía por qué estaba tan perdido. ¿Qué más podía decir?
No recuerdo bien como fue que desaparecí, ni cómo todo terminó. Me levanté al otro día. Consciente, todo fue un sueño dije para mis adentros, pero sabía que en realidad no lo fue, solo te fijaste en mi, y con dos oraciones, por cierto fueron solo dos preguntas, y me cambiaste el mundo y cualquier norte que yo haya tenido.  Pero me di cuenta que me encontraba aliviado de mis dolores y en paz, en eterna paz. Fueron mis dolores los que percibiste y solo viste, que se me quebraba el alma quedada, de aquel instante en que me pensaste. No fue rara la conclusión de aquella situación, que cuando me siento desorbitado, al igual que vació o entristecido,  de ti me acuerdo y de aquella ocasión, ese sentimiento que es como el viento, es la ausencia de cariño en nuestro corazón, se forma un caparazón y quedamos siendo un niño. Es triste aceptar, sin miedo al decir de verdad, que dije que el amor, es la única cura, de su propia enfermedad.
   

   

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