Una sonrisa nada cuesta pero crea mucho.
Una sonrisa enriquece a quienes la reciben,
sin empobrecer a quien la da.
Una sonrisa ocurre en un abrir y cerrar de ojos,
y su recuerdo dura toda la vida.
Nadie es tan rico que pueda pasarse sin ella,
y nadie es tan pobre que no pueda enriquecerse,
con sus beneficios.
Una sonrisa es descanso para los fatigados,
luz para los decepcionados,
alegría para los tristes,
y el mejor antídoto contra las preocupaciones.
Sin embargo una sonrisa no puede comprarse,
no puede obtenerse por caridad,
no puede robarse ni ser prestada,
porque una sonrisa a nadie brinda beneficios
a menos que sea brindada espontánea y gratuitamente.
Y si en el trato con nuestros compañeros,
alguien está demasiado cansado para brindar una sonrisa,
REGÁLALE UNA DE LAS TUYAS,
pues nadie necesita tanto una sonrisa,
como aquel a quien no le queda ninguna que ofrecer.
Frank Irving Fletcher
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